sábado, 12 de noviembre de 2011

Un empresario pide que lo ayuden a reabrir su fábrica

Por Laura Hintze.- Es una industria de muebles de Villa Gobernador Gálvez que el miércoles fue arrasada por un incendio.

Más de 100 empleos y 40 años de trabajo quedaron hechos cenizas tras el brutal incendio en una fábrica de muebles en Villa Gobernador Gálvez. El siniestro ocurrió el miércoles y, desde entonces, Diego Sermoneta, uno de los propietarios de la empresa, no ha parado de mover cielo y tierra para conseguir fondos que salden deudas con los empleados y ayuden a poner la fábrica de pie. Dielfe producía muebles, pero la palabra genérica abarca a aproximadamente 20.000 unidades por mes de diferentes productos para el hogar. Daba empleo directo e indirecto a un centenar de personas, muchas de ellas trabajadoras de la fábrica desde su fundación. Ahora el plantel está “de vacaciones”, un eufemismo para indicar que nadie puede hacer nada sobre lo que literalmente es tierra arrasada. Mientras tanto los propietarios, todos de Rosario, no pierden pisada sobre ninguna posibilidad: carpeta en mano, ayer viajaron a Las Parejas, donde iba a estar la presidenta Cristina Fernández –se inauguró allíla Expo PymeIndustrial– para hablar con alguno de sus colaboradores. Pero la ceniza volcánica impidió el viaje, y ahora la próxima posta será el martes. A la par también tendieron hilos con el gobernador electo, Antonio Bonfatti, para buscar ayuda: la consigna es “todo menos rendirse”.
Diego Sermoneta dialogó ayer con El Ciudadano desde un automóvil mientras viajaba hacia Las Parejas, a98 kilómetrosde Rosario. Allí esperaba reunirse al menos con algún funcionario nacional, ya que no podría cumplir con el deseo inicial de dialogar con la jefa del Estado, quien canceló su visita. No encontró a nadie de la administración nacional, pero sí fue recibido por el gobierno local.
A todos Sermoneta les explica que el incendio no dejó nada en pie. Y cuenta qué es lo que podría remediarlo: Repros –los aportes dela Nacióndel Programa de Recuperación Productiva, que asiste a empresas en crisis– para pagar los sueldos y, más que nada, asistencia para poder volver a comprar las máquinas perdidas: son bienes de capital producidos en el exterior, en Italia y Alemania, y la firma que acaba de perder todo por el fuego no puede acceder a una financiación para comprarlos. Un crédito blando o alguna línea en el mismo sentido es, según Sermoneta, la herramienta que necesitan para ponerse de pie cuanto antes. “Nuestra voluntad es trabajar, levantar el galpón y poner máquinas en marcha. Necesitamos el apoyo del Estado, provincial o nacional, para ponernos en marcha lo antes posible y no dejar este agujero en el mercado”, dice.
Dielfe fue fundada por Guido Sermoneta, padre de Diego, hace más de cuarenta años. Hasta hace dos estuvo funcionando en la zona sur de Rosario, en la avenida Battle y Ordóñez al 1600, pero luego se mudó al área industrial de Villa Gobernador Gálvez, a la altura del kilómetro 285 de la autopista Rosario-Buenos Aires. El galpón en el que funcionaba la fábrica era al principio de3.600 metros cuadrados, aunque tras un proceso de ampliación logró llegar a los6.000 metros cuadradoscubiertos. “Hasta ahora, todo lo que se hizo en la fábrica fue a pulmón, con capitales propios. Es una empresa familiar levantada con mucho esfuerzo y sacrificio”, destacó Diego, quien, junto a sus dos hermanos, forma parte dela SRLque controla Dielfe.
Con el paso del tiempo, cuenta Sermoneta, la fábrica de muebles se fue adaptando a los procesos productivos hasta llegar a un modelo industrializado que produce muebles de calidad y precio, según lo que el mercado exige. Así, trabajando con máquinas de última tecnología, Dielfe fabricaba, hasta el incendio que arrasó con todo, cerca de 20 mil productos por mes. “Producíamos 12.000 muebles de melamina y, entre mesas y sillas, sumábamos unos 8.000 productos más”, cuenta. Pero, además, a lo largo de esos años la empresa fue también acumulando personal. “Yo tengo 36 años y hay empleados que tienen más años que yo trabajando allí. También había nuevos trabajadores. Éramos un lindo plantel ahí, con gente de la zona”, cuenta mezclando los tiempos verbales, a veces empleando el pasado y en otras ocasiones el presente, como si la fábrica siguiera con su rutina normal.
Hasta el incendio, entre empleados directos y gente con trabajos externos, 100 personas participaban en el proceso productivo de Dielfe.
“El miércoles a la tarde empezó el fuego. No sabemos cuáles son las causas, las tienen que identificar los bomberos, pero nosotros les informamos que habíamos tenido algunos problemas de índole eléctricos. Nos complicó muchísimo el viento, que venía justo desde el lado donde estaba el fuego, de atrás hacia adelante, así que en pocos minutos tomó toda la fábrica”, relató el dueño. Y agregó: “Nosotros hicimos los procedimientos de toma de fuego y evacuación. Cuando evaluamos la magnitud del siniestro no tuvimos más que salir, no hubo problemas para eso, pero no se pudo hacer nada por defender las cosas”. De esta manera, la fábrica quedó reducida a nada: se perdieron todos los papeles administrativos, las máquinas, los productos, el edificio. La totalidad de las pérdidas ronda los 20 millones de pesos, número que crece a medida que la firma pasa más días sin trabajar.
Desde el siniestro, entonces, comenzó la búsqueda de ayuda. Si bien la empresa ha recibido un importante apoyo, la colaboración que necesitan es concreta. Así lo explica Sermoneta: “Necesitamos un crédito en serio para afrontar los compromisos que tenemos con nuestros empleados, para reconstruir la nave industrial, volver a comprar las máquinas. Tenemos que recomponer todo y seguir trabajando para la demanda del mercado nacional”

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