martes, 17 de abril de 2012

Pedro, apóstol del peronismo

“Así divididos como estamos los peronistas, los que se vuelven a hacer la fiesta en esta provincia son los socialistas. Ya es hora de dejarnos de joder”. El que habla es el incombustible Pedro González, a la salida de una reunión con vecinos en una casa de la zona más pobre de su Villa Gobernador [...]

15 abr, 2012 LUIS NOVARESIO“Así divididos como estamos los peronistas, los que se vuelven a hacer la fiesta en esta provincia son los socialistas. Ya es hora de dejarnos de joder”. El que habla es el incombustible Pedro González, a la salida de una reunión con vecinos en una casa de la zona más pobre de su Villa Gobernador Gálvez. “Hay que amigarse, muchachos. El peronismo no está bien”, dice antes de subirse al auto para ir a visitar otra zona de su ciudad.
Este hombre nacido hace 66 años en Sargento Cabral, una localidad sureña de Santa Fe parida a la vera del ferrocarril que su gran amigo Carlos Menem dinamitó en los 90, sigue ostentando el lugar de ser uno de los peronistas más triunfadores en las elecciones desde 1983, con caudal propio de votos que muchos gobernadores y diputados aprovecharon por haberse sentado en sus despachos. “Con la intuición innata que tiene y un poco de roce en la universidad el Gordo hubiera sido Gardel, Lepera y los músicos en la política argentina”, solía decir César Jaroslavsky, el incuestionable mandamás radical de 1983. Así y todo, es bueno recordar que en la tercera ciudad de la provincia González se ganó en las urnas casi la mitad de los años que van desde la recuperación de la democracia, con tres períodos consecutivos desde 1991 y otro que comenzó el año pasado.
Pedro, como propios y enemigos lo llaman a secas, aspiró a presidir el partido peronista local que busca este año autoridades. “Sí. Quiso que lo nombraran presidente de la unidad”, confiesa uno de sus fieles laderos que lo acompaña desde siempre. Y se lo dijo a Agustín Rossi, con quien milita por estas horas. De nada sirvieron los votos de Villa Gobernador Gálvez que, según González, inclinaron la balanza para que el Chivo llegara a ser diputado porque se decidió por el hombre fuerte de Venado Tuerto, José Luis Freyre. No hay esperanza de lista única: Jorge Obeid tampoco quiso reconocerle mérito a este intendente ganador y propone a Ana Berraute (“no mueve la aguja”, afirman que le dijo González al ex gobernador), y se agregó el sindicalista Antonio Ratner que viene empujado por Perotti y Bielsa. “María Eugenia puede ser la gobernadora mañana mismo, si quiere. Y si se afilia al PJ”, repite el galvense ante quien lo quiera escuchar.
El kirchnerismo local lee con un doble cristal de desconfianza al intendente del Gran Rosario: por un lado, reniegan de sus formas y de su ideología conservadora. “El Gordo es de ultraderecha. Mirá la barbaridad que dijo cuando propuso matar a palos a los delincuentes”, grafica una joven de La Kámpora rosarina. “Y, además, es menemista de primera agua”, dice la casi contadora que apenas pisa los 22 años. Por lo último, habría que recordarle a esta dirigente el rosario de nombres que hoy están en puestos de gobierno que supieron ser menemistas dogmáticos (Díaz Bancalari, Yoma, el ahora asesor presidencial Roberto Dromi, por citar dos o tres ejemplos), luego duhaldistas (Aníbal Fernández, Capitanich, Pampuro y siguen las firmas) y hoy furiosos defensores del “modelo” y sin que se les mueva un pelo. ¿Hay que rememorar el elogio que le hizo el entonces gobernador Néstor Kirchner, acompañado por la hoy presidenta, a Carlos Saúl de Anillaco cuando visitó El Calafate y lo comparó con Perón? Al menos, la militancia vernácula liderada por el hijo de Cristina que clama lealtad sin límites desde sus puestos rentados por el Estado debería ver que el intendente de Gálvez jamás abjuró de sus amigos ni aun cuando alguno fue preso.
Por lo otro, es cierto que Pedro es un hombre conservador a veces en extremo y muchas desbocado. Desde amenazar con no asumir un cargo democrático por falta de fondos hasta el inadmisible traspié en donde proponía palos en vez de Código Penal para los delincuentes, los reproches son incuestionables. Sin embargo, no es mérito menor que también supo pedir disculpas. En primera persona, sin intermediarios y afrontando cuanto micrófono de periodista se haya cruzado. ¿Pueden sus detractores enumerar las veces que sus líderes se disculparon en público o se bancaron una conferencia de prensa?
En lo que sí tiene razón La Kámpora a la hora de desconfiar de González es en el poco afecto que el intendente les tiene. “Son pedantes, se creen que se las saben todas”, suele decir en privado a los suyos. “Me hacen acordar mucho a algunas cosas de los 70. Son lobos disfrazados que quieren un puesto”, les dijo a sus asesores.
Por fin, visto desde la óptima específicamente peronista, González recorre hoy y como siempre las calles de su ciudad a pie. Eso, sumado a los votos que son propios, es patente indiscutible de peronismo de base. No de escritorio.
Cristina, Bonfatti y Reutemann
“Con la señora hablé un par de veces. La última, en un desayuno en El Calafate después de las elecciones”, le contó por estos días Pedro a un viejo operador peronista de Buenos Aires que lo visitó en la intendencia. En medio de las protestas que todavía subsisten por falta de pagos que parecen normalizarse de a poco, luego de la gestión de Jorge Murabito que dejó 50 millones de déficit según las primeras denuncias judiciales, González le dijo que le preocupaban ciertos aspectos de Cristina por estos días: “El desorden de los muchachos”. Traducido al lenguaje no PJ, esto es referir a los cimbronazos del affaire Boudou, el despido desconsiderado de Esteban Righi y cierto malestar cuestionador de los dirigentes del partido. “Cristina tiene que lanzar la reelección ya”, diagnosticó Pedro para sorpresa de su interlocutor. Y completó: “Aunque después no la use. Eso va a disciplinar a todos”. Métodos son métodos.
Con el gobernador Antonio Bonfatti la relación es excelente. “Este tipo es una cosa bien distinta al que se fue. Estamos de diez”, dice el secretario de gestión más importante de Villa Gobernador Gálvez. Y cuenta, como ejemplo de la cordialidad, que ni bien pasaron los comicios recibió una ayuda del Poder Ejecutivo Nacional que compartió con otra comuna socialista a pedido del ministro Rubén Galassi. “Lo mismo con Mónica Fein. Nosotros le propusimos crear un impuesto único del departamento Rosario, que sea coparticipable, para que ellos tengan una ciudad turística como Barcelona y a nosotros nos manden las fábricas”, concluye.
¿Y Reutemann? Hace un par de semanas, en una pollada bajo un tinglado galvense, González dijo en la sobremesa: “Reutemann desapareció. No habla con nadie. Y eso no está bien. Él cobró con premio del peronismo cuando nadie lo conocía y ahora no aporta más. La verdad, el Lole no existe”.

FUENTE :http://www.elciudadanoweb.com

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